Rolls, B. J., Drewnowski, A., & Ledikwe, J. H. (2005). Changing the energy density of the diet as a strategy for weight management. Journal of the American Dietetic Association, 105(5), 98-103.
Un creciente cuerpo de datos clínicos, epidemiológicos y de laboratorio sugiere que las dietas bajas en energía están asociadas con una mejor calidad de la dieta, menores ingestas de energía y peso corporal. La densidad de energía de la dieta puede reducirse agregando frutas, verduras, granos cocidos y sopas ricas en agua a la dieta, y reduciendo el contenido de grasa de la dieta.
Las dietas bajas en energía y densa pueden incorporarse con éxito en la dietética clínica, ya que ayudan a reducir la ingesta de energía sin reducir el volumen de alimentos y, por lo tanto, ayudan a las personas a evitar sentirse hambrientos y privados. Los profesionales de la nutrición y los fabricantes de alimentos pueden tomar múltiples pasos para alentar el consumo de dietas bajas en energía.
El objetivo es desarrollar planes de alimentación reducidos en calorías que satisfagan las preferencias alimentarias personales y también proporcionen porciones de alimentos satisfactorias.