Assy, N., Nassar, F., Nasser, G., & Grosovski, M. (2009). Olive oil consumption and non-alcoholic fatty liver disease. World journal of gastroenterology: WJG, 15(15), 1809.
Las implicaciones clínicas de las enfermedades del hígado graso no alcohólico (NAFLD) derivan de su potencial para progresar a fibrosis y cirrosis. La ingesta inadecuada de grasas en la dieta, la ingesta excesiva de refrescos, la resistencia a la insulina y el aumento del estrés oxidativo dan como resultado un mayor suministro de ácidos grasos libres al hígado y una mayor acumulación de triglicéridos (TG) hepáticos.
Una dieta rica en aceite de oliva disminuye la acumulación de TG en el hígado, mejora las respuestas postprandiales de TG, glucosa y péptido 1 similar al glucagón en sujetos resistentes a la insulina y regula al alza la expresión del transportador 2 de glucosa en el hígado.
Los principales mecanismos incluyen: disminución de la activación del factor nuclear kappaB, disminución de la oxidación de las lipoproteínas de baja densidad y mejora de la resistencia a la insulina al reducir la producción de citocinas inflamatorias (factor de necrosis tumoral, interleucina-6) y mejora de la fosforilación del sustrato-1 del receptor de insulina mediada por cinasa jun N-terminal. El efecto beneficioso de la dieta mediterránea se deriva de los ácidos grasos monoinsaturados, principalmente del aceite de oliva.