Stanhope, K. L., & Havel, P. J. (2008). Endocrine and metabolic effects of consuming beverages sweetened with fructose, glucose, sucrose, or high-fructose corn syrupThe American journal of clinical nutrition, 88(6), 1733S-1737S.

Nuestro laboratorio ha investigado 2 hipótesis sobre los efectos del consumo de fructosa: 1) los efectos endocrinos del consumo de fructosa favorecen un balance energético positivo, y 2) el consumo de fructosa favorece el desarrollo de un perfil lipídico aterogénico.

En estudios previos a corto y largo plazo, mostramos que el consumo de bebidas endulzadas con fructosa con 3 comidas da como resultado concentraciones plasmáticas de glucosa, insulina y leptina de 24 h más bajas en humanos que el consumo de bebidas endulzadas con glucosa.

También hemos probado si el consumo prolongado de dietas ricas en fructosa conduce a un aumento de la ingesta calórica o una disminución del gasto energético, contribuyendo así al aumento de peso y la obesidad.

Los resultados de un estudio realizado en monos rhesus arrojaron resultados equívocos. Se necesitan estudios a largo plazo cuidadosamente controlados y con el poder estadístico adecuado para abordar estas hipótesis.

En estudios tanto a corto como a largo plazo, mostramos que el consumo de bebidas endulzadas con fructosa aumenta sustancialmente las concentraciones de triacilglicerol posprandial en comparación con las bebidas endulzadas con glucosa. En los estudios a largo plazo, las concentraciones de apolipoproteína B también aumentaron en los sujetos que consumían fructosa, pero no en los que consumían glucosa.

Los datos de un estudio a corto plazo que compara el consumo de bebidas endulzadas con fructosa, glucosa, jarabe de maíz con alto contenido de fructosa y sacarosa sugieren que el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa y la sacarosa aumentan el triacilglicerol posprandial en un grado comparable al inducido por el 100% de fructosa sola.

El mayor consumo de bebidas endulzadas con fructosa junto con una mayor prevalencia de obesidad, síndrome metabólico y diabetes tipo 2 subrayan la importancia de investigar las consecuencias metabólicas del consumo de fructosa en experimentos cuidadosamente controlados.

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