Giacomino, M. I., & De Michele, D. F. (2007). Is mud an anti-inflammatory?. In Anales de Medicina Interna (Madrid, Spain: 1984) (Vol. 24, No. 7, pp. 352-353).
Es realmente difícil encontrar una herramienta terapéutica utilizada a lo largo de 25 siglos; el barro ciertamente es uno. El empirismo remoto – no científico en realidad – permite al menos algún tipo de inferencias; si la acción del barro sobre el proceso inflamatorio fuera neutra o dañina deberíamos saberlo.
El barro tiene un lugar como herramienta no farmacológica en determinados entornos clínicos, como procesos articulares degenerativos, trastornos de la piel y otros. Los babilonios conocían sus efectos.
Algunos investigadores han comunicado en los últimos años explicaciones científicas anteriores sobre la acción del lodo. La fangoterapia en pacientes con artritis parece causar variaciones en los aminoácidos involucrados en la homeostasis del cartílago y también produce una reducción en las calificaciones de dolor en la gonartrosis.
El lodo modifica los niveles séricos de óxido nítrico, mieloperoxidasa y glutatión peroxidasa en pacientes artríticos y las hormonas beta-endorfinas y del estrés en pacientes afectados de osteoartritis al reducir la inflamación, el dolor y por lo tanto disminuye la causa del estrés.
Se ha comprobado que el estrés térmico asociado a la Fangoterapia, activa la glándula pituitaria y los efectos bioquímicos de los componentes de la turba además de sus efectos físico-térmicos. Además, se han sugerido los esteroides y la actividad antimicrobiana de ciertos lodos terapéuticos.